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Armando Domínguez
AMLO no aparece físicamente, pero su fantasma recorre muchas de las decisiones actuales y aun en la ausencia, está presente.
Si ese fantasma sigue rondando, no solo el expresidente se volverá omnipresente, sino que la presidenta Claudia Sheinbaum podría quedar eclipsada, y con ella su gobierno, sus decisiones y, más importante: su poder.
Solo cabe uno en la silla. El poder no se comparte. Se ejerce. López Obrador dio sobradas muestras de ello. La presidenta, la persona más votada en la historia, tiene legitimidad para asumirlo y ejercerlo a plenitud. Pero hacerlo conlleva un costo: distanciarse, contrastar (forma y fondo) y avanzar en su propia ruta marcando un camino propio.
Sheinbaum ha sido en extremo cuidadosa. De hecho, ha buscado atemperar los ánimos de los acelerados. “Hay quien dice muy preocupado, muy preocupado: ‘Ay, es que Claudia Sheinbaum no se distancia de López Obrador, no pinta su raya’. Pues si somos del mismo movimiento, si lo que dijimos es que lo que queríamos es que continuara la ‘cuarta transformación’, y así decidió el pueblo de México”, dijo en su segunda mañanera, la del 3 de octubre de 2024.
Desde luego, nadie espera un abrupto rompimiento. En efecto, ambos son parte del mismo movimiento, y si algo ofreció Sheinbaum en campaña fue “continuidad”; “el segundo piso de la 4T”, prometió. Eso esperan los duros de Morena, que se asumen custodios del legado, muchos de los que buscarán arrinconarla para que no tenga poder propio más allá de la herencia lopezobradorista.
Pero esa “continuidad” y “segundo piso” no implica que todo deba permanecer igual. El sexenio es joven aún, pero en los hechos, con sutileza, la presidenta ha dado señales de autonomía.
Su política de salud, por ejemplo, busca rescatar del desastre a un sector en crisis; es el reconocimiento del fracaso heredado: cambió el esquema de compra de medicinas y redujo a cero el fiasco de la megafarmacia. Su estrategia de combate a la violencia marca, también, contraste; los “abrazos, no balazos” no funcionaron, y busca recomponer el camino persiguiendo criminales; en el país donde AMLO afirmó que “no se fabrica fentanilo” y “ya no hay huachicol”, el actual gobierno ha realizado enormes decomisos de fentanilo -1.5 toneladas en Sinaloa, con valor en el mercado ilegal de 400 millones de dólares- y huachicol -un millón 197 mil 750 litros de huachicol en Veracruz-.
Dos marcados contrastes.
Es cierto que en otros frentes la presidenta luce acorralada. En lo político, AMLO la dejó rodeada de los suyos. En lo económico, le heredó un escenario endeble, lleno de riesgos y con pocas certezas para transmitir confianza.
Sheinbaum está ante una disyuntiva. Puede transitar su sexenio bajo presiones y fuego interno, o construir un andar propio. Sin desaires, pero con autonomía. Sin confrontación, pero con firmeza. Puede caminar en un estrecho margen siendo “supervisada” por los custodios del lopezobradorismo o delinear su propia trascendencia. Ser albacea del testamento, o escribir un capítulo nuevo en la historia de México.
Con tacto, cuidando las formas… pero el sello propio debe ser visible. Y, sobre todo, creíble.
Este 2025, el “año siete” de AMLO, es un año clave para la presidenta.
¿Cómo ve?
Así las cosas…
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