En
la Mira
Héctor
Estrada
A
medio año de haber iniciado su administración al frente del ayuntamiento de
Tuxtla Gutiérrez las cosas para Carlos Morales Vázquez no parecen ir “viento en
popa”. Los errores en la toma de decisiones, el letargo en el inicio de las
grandes obras de infraestructura urbana y las constantes denuncias sobre
presuntas prácticas de corrupción que se han mantenido tras su llegada, apuntan
al prematuro desplome de su gobierno.
El
sueño político del ex perredista, por el que contendió previamente en más de
una ocasión, parece haberse convertido en pesadilla muy pronto. El rechazo a
sus políticas y acciones de gobierno han caído en cascada. Hace sólo un par de
semanas la empresa encuestadora Caudae Estrategias colocó a Morales Vázquez
entre los últimos tres presidentes municipales del país con las calificaciones
más bajas en torno a percepción ciudadana sobre honestidad, capacidad e
integridad.
Alrededor
del 73 por ciento de los tuxtlecos encuestados aseguraron no tener confianza en
su presidente municipal. Carlos Morales sólo fue superado con las peores
calificaciones por los presidentes municipales de Tlaxcala y Tepic quienes
alcanzaron calificaciones de rechazo de entre el 78 y 80 por ciento,
respectivamente.
¿Qué
ha sucedido entonces con el presidente municipal de la capital
chiapaneca?,¿Cuáles son las razones que hoy lo tienen en tan alarmantes índices
de aprobación?. La causas podrían estar relacionadas con la falta de resultados
inmediatos, errores garrafales en la forma de comunicar las acciones y
decisiones de su gobierno y, sobre todo, la existencia de una evidente soberbia
política para abrir espacio al diálogo y la negociación antes de caer en caer
en desencuentros innecesarios.
Carlos
Morales llegó al ayuntamiento tuxtleco aplicando una limpieza a la nómina
municipal necesaria, pero injusta en su formas. Despidió a cientos de
trabajadores en un “barrido administrativo” para el que no importó la
antigüedad o desempeño laboral. Amedrentó y dejó sin empleo a personas con más
de 10 años de antigüedad, de categorías bajas, pero protegió y mantuvo en
puestos bien pagados a recomendados y amigos suyos o de sus más allegados.
En
sólo tres meses la administración municipal encabezada por Carlos Morales
Vázquez incrementó la deuda pública de la capital chiapaneca en más de 100
millones de pesos. De septiembre a diciembre del año pasado la deuda de Tuxtla
Gutiérrez pasó de 360.8 millones de pesos a 462.1 millones de pesos. Significó
un incremento sustancial del 28 por ciento sobre los compromisos financieros de
la capital estatal. Si se trató de una medida estrictamente necesaria, fue
simplemente mal comunicada.
A lo
anterior se suman el fracaso de las medidas para la regulación del comercio
informal, la renovación del acuerdo con la empresa Veolia (Proactiva), pese a
las evidencias en la deficiencias de sus servicios y el grave daño ambiental, y
los recientes desencuentros con locatarios debido a la implementación de nuevas
medidas administrativas en los mercados públicos.
Sin
embargo los antecedentes pesados que hoy endurecen la desconfianza contra el
gobierno de Morales Vázquez van más allá de su llegada al ayuntamiento de
Tuxtla Gutiérrez. Su paso por la Secretaría de Medio Ambiente e Historia
Natural (SEMANH) no sólo fue intrascendente, también estuvo plagado de graves
omisiones y complicidades que hoy mantienen a miles de habitantes en elevadas
condiciones de riesgo.
Durante
su estancia en el gabinete de Manuel Velasco Coello, Carlos Morales fue acusado
de una serie de señalamientos sobre atropellos perpetrados al interior del
Zoológico Miguel Álvarez del Toro, relacionados con despidos injustificados,
abuso de autoridad y nepotismo, cuyas demandas y procesos legales siguen en
proceso.
El
caso Proactiva se convirtió durante su gestión dentro de la SEMANH en uno de
los mayores reclamos. La exigencia de personajes como Héctor Montesinos y demás
defensores ambientales para fijar postura y sumarse a la defensa jurídica nunca
se hicieron efectivos en Morales. Durante la estancia del ex perredista la
dependencia se dedicó a “darle vueltas” al asunto, con reuniones sin efecto y
promesas que terminaron cansando a los defensores del tema.
En
palabras del propio Héctor Montesinos, quién desde hace varios años lleva la
defensa jurídica del caso, Carlos Morales terminó convirtiéndose en el
obstáculo cómplice de la empresa que actualmente enfrenta serios procedimientos
judiciales por contaminación ambiental. Morales Vázquez se negó flagrantemente
a proceder legalmente contra Proactiva. Pese a la solicitud desesperada para
que interviniera, finalmente nunca presentó la denuncia correspondiente ante La
Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos Ambientales (FEPADA).
Caso
similar es lo sucedido con Cales y Morteros del Grijalva. Pese a las promesas y
las constantes reuniones con la organización defensora de la Rivera de Cahuaré,
la empresa continuó realizando la extracción de materiales pétreos en las
laderas del emblemático Cañón del Sumidero. No hubo defensa legal efectiva, y
al igual que lo sucedido con Proactiva, la dependencia se dedicó a negociar
acuerdos con las empresas involucradas, sin resolver las problemáticas de
fondo.
Hay
organizaciones defensoras defraudadas por la actuación de Morales Vázquez que
incluso aseguran que la simulación y omisión de Carlos Morales responde
acuerdos ocultos con Proactiva y Cales y Morteros del Grijalva para brindarles
impunidad a cambio de financiamiento para su campaña a la presidencia municipal
de Tuxtla. Fuertes señalamientos que Morales sólo podrán sacudirse con acciones
contundentes en contra de los abusos y arbitrariedades protagonizadas por ambas
empresas.
El
legado de señalamientos y acusaciones contra el ahora presidente de Tuxtla
Gutiérrez, antes y durante su administración municipal, son un pesado lastre
que difícilmente podrán sacudirse. Carlos Morales necesita replantear la ruta y
el equipo de trabajo que poco le ha ayudado durante su primer medio año de
gobierno, además de realizar acciones que le permitan recobrar la credibilidad
ciudadana que hoy tanto necesita ante la realidad de un gobierno que se perfila
al fracaso… así las cosas.
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