El
Cristalazo
Rafael
Cardona
- En
la vida hay dos cosas cuyo contenido aspiracional resulta a veces cómico. Por
no decir tragicómico.
Una
es la fe ciega, la creencia en santos interventores cuya lengua piadosa hablará
ante el creador, para solucionar nuestros problemas o lograr una victoria del
Cruz Azul (la creencia misma en un creador con ventanilla de solicitudes
abierta por la eternidad, ya es cómica). Nuestra vida virtuosa es garantía de
éxito en la solicitud al santo y por ese motivo tratan los creyentes de imitar
al intermediario.
Pero
esas creencias a veces mueven los resortes de la propia voluntad y el milagro
se logra en la tierra. Y la cadena sigue.
Lo
otro, ya en los terrenos mundanos de la ley, es creer todo cuanto en la
Constitución está escrito. En sus páginas doradas todos tenemos trabajo bien
remunerado, empleo, derecho a la atención hospitalaria; salud, privacidad;
nadie nos molesta en nuestros papeles ni nuestros bienes, nadie nos puede moler
a palos, nadie puede evitarnos empleos o actividad de gusto propio y por eso
todos somos felices, porque además podemos votar y ser votados en una
democracia representativa.
También
tenemos el derecho de cambiar al régimen de gobierno y no ser discriminados;
somos iguales los hombres y las mujeres y toda forma de vida es materia de
respeto; nos podeos manifestar, estar informados y ejercer una enorme cantidad
de Derechos Humanos y Sociales. La Constitución es el cielo. Es como la
voluntad de Dios escrita por los santos legisladores.
Pero
ni los santos son tan eficaces, ni la Constitución es tan real.
De
su atenta lectura un día salió un movimiento inspirado por un santo laico. O
por un grupo cívico cobijado bajo una
santa advocación: el Grupo San Ángel. Y un hombre muy listo impulsó, hasta
legar a las gestiones y denuncias en el extranjero, la formalización de las
candidaturas independientes, amparadas por el artículo 35 de la (diga sin miedo
lo sobadísimo), Carta Magna.
A
partir de eso las candidaturas Independientes fueron (hasta ahora), una puerta
de salida para quienes no lograron el espacio anhelado en sus partidos.
Un
caso muy notable de esto es el de la señora Margarita Zavala de Calderón, quien
peleada con la cúpula panista, resentida contra su esposo, el expresidente del
PAN Y de la República, una santa tarde tomó su rebozo, se lo echó al hombro y
le dijo a Ricardo Anaya, antes de soltar el portazo; me voy con mi mamá.
Y
no, no se fue con su mamá, se fue con su aspiración a los vastos campos de la
ciudadanía militantes y se hizo candidata independiente, a pesar de las miles
de firmas habidas por procedimientos nada santos, pero con la absurda cuota
impuesta por la ley para permitir la competencia en las urnas.
Los
otros candidatos independientes han sido
(también) un fiasco. Quién sabe si a última hora el tribunal electoral, cuya
disparidad de criterios con el Instituto
Nacional Electoral es frecuente (obvio, uno piensa jurídica y el otro
políticamente), acomoda o reacomoda a los aspirantes o simplemente deja las
cosas como están; pero la figura jurídica
y política de los independientes ha sido para la carcajada y la pena
ajena.
—¿Estos
tramposos en serie (¿en serio?) nos iban a salvar, cualquiera de ellos de los
males ocasionados por la “partidocracia”? Pues yo no lo creo como tampoco creo
en la capacidad taumatúrgica de los santos, los beatos o las buenas almas del
purgatorio. Ni siquiera en Sema Santa.
VIVOS
Y DESAPARECIDOS
Ahora
Jalisco padece la desaparición de cuatro estudiantes. Tres de una escuela
llamada Universidad de Medios Audiovisuales (Javier Aceves, Marco Ávalos,
Daniel Díaz) y de la Universidad de Guadalajara (Ulises Arellano).
Jesús
Medina Varela, presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU),
ha dicho colérico al iniciarse la marcha en la Glorieta de los Niños Héroes y
denunciar a Jalisco como un estado fallido: “para nosotros esta glorieta
es desde ahora, de las y los desaparecidos”.
Y el
conocido grito: vivos se los llevaron (¿quiénes se los llevaron?); vivos los
queremos, ahora resuena por la ciudad y otros lugares, pues la protesta ha
llegado a otras ciudades, mientras el joven Pedro Ruiz Guerrero quien también
estuvo desaparecido, fue encontrado (no se sabe cómo) y ya está en su casa confortado con una sopita de
fideos.
Cinco
policías de Tonalá, donde desparecieron los jóvenes de la universidad
audiovisual, ya han declarado y dieron una pista ominosa: los jóvenes estaban
grabando imágenes para una película o trabajo escolar, supuestamente ( no como
la “Niña Bien”), cuando “sujetos armados”, se los llevaron.
Los
policías no dijeron por qué no intervinieron para evitarlo, pero hasta ahora
todo es nebuloso e impreciso.
Por
lo pronto la Fiscalía Especializada en Personas Desaparecidas e Jalisco, (hay
casi tres mil registradas sólo en el estado), no tiene responsable. Ni
irresponsable.
Con estos datos, el PRI se puede olvidar de
repetir en el gobierno. Esto ha matado al moribundo Aristóteles, quien como
Sócrates, beberá cicuta en un jarrito de barro.
rafael.cardona.sandoval@gmail.com
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