GUILLERMO
RUIZ DE TERESA
@RuizdeTeresaG
La
semana pasada iniciaron las precampañas presidenciales para la elección federal
del siguiente año. En las últimas semanas se han definido las precandidaturas y
cada día vemos cómo el panorama se va clarificando.
Este
año hubo elecciones en Nayarit, Coahuila y Estado de México, en donde el PRI
obtuvo victorias significativas. Y quiero retomar este último caso para
intentar dar un poco de luz sobre el
proceso electoral que estamos comenzando.
Cinco
meses antes de la elección la candidata del PAN encabezaba las encuestas,
seguida de los contendientes de Morena y en un
lejano tercer lugar se encontraba
el postulante del PRI. A medida que las campañas se desarrollaban las posiciones
de los candidatos en las encuestas se movían de acuerdo con la encuestadora
que presentara sus estudios. Semanas
antes de la elección, la mayoría de los resultados demoscópicos pronosticaban
una contienda cerrada entre el PRI y Morena. Finalmente el candidato del PRI,
Alfredo del Mazo, obtuvo la victoria con casi el 3 por ciento arriba de la
candidata de Morena, mientras que la contendiente por el PAN se fue a un
lejano cuarto lugar.
Si
hoy revisamos las tendencias de las principales encuestas para la presidencia
de la república, AMLO está en primer lugar (obvio tras doce años) mientras que
el Frente y la alianza del PRI se disputan el segundo lugar. Sin embargo, si
tomamos en cuenta lo que pasó en el Estado de México nada está definido: el PRI
pasó del tercer al primer lugar. Esa es la importancia de las campañas electorales
en la democracia; no hay nada escrito porque el resultado es incierto y las
encuestas no definen quién ganará.
Durante
esta semana hemos escuchado y leído algunos posicionamientos de los
precandidatos. Por ejemplo AMLO ha comenzado con traspiés en la selección de
sus candidatos, en sus declaraciones y en alianzas que sus propios seguidores
le critican, lo que hace pensar que las equivocaciones seguirán durante la
campaña e influenciarán en los
resultados. Esta ha sido su historia, pareciera que él es su peor enemigo.
Anaya
por su lado, se aseguró para sí la
precandidatura de su partido y de los que van coaligados a él, pero todavía
falta por definir cómo se habrán de repartir las 3 mil 415 candidaturas restantes. Y más tendremos
que estar atentos y ver si las militancias de los partidos que conforman el
Frente están dispuestos a aceptarlos porque no parece haber ninguna
coincidencia política ni ideológica entre ellos.
Pero
también la campaña política de Anaya sólo se hace en el tiempo que tiene en los
medios porque parece que cada vez tiene menos seguidores, incluso, el inicio de
su campaña fue con pocas personas y no lo acompañó ni su familia (seguramente
estaban en Atlanta).
Por
último, el PRI tendrá que decidir si buscará perfiles ciudadanos para sus
candidaturas o si sus militantes encabezarán el proyecto de gobierno para los
próximos años.
De
ser la primera, la pregunta sería: ¿cómo integrarán a la militancia para que se
sientan parte de un proyecto, de un futuro que no les debe ser ajeno y que
represente las ideas de justicia social que el partido enarbola? Si fuera la
segunda, deberán ser perfiles muy
competitivos (que hay muchos) que fortalezcan las propuestas del PRI y
sobre todo las del candidato Meade. Los priístas no tienen opción: ¡El
candidato Meade debe ganar!
De
los independientes valdría la pena preguntarse sobre sus perspectivas reales o
si solo serán un mal ejemplo sin importancia ni aporte al proceso electoral.
Todavía
faltan 190 días para la elección. Todos los ciudadanos, sin importar nuestra
preferencia o afinidad electoral, debemos estar atentos a los posicionamientos
y propuestas de los candidatos. Tenemos que decidir y discutir cuál proyecto de
país es viable y cuáles otros sirven para solo atraer votos, pero que en
realidad son anacrónicos e inviables. Recordemos que las elecciones se ganan
con votos, no con encuestas, y será el 1 de julio, no el 22 de diciembre.
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