En
la Mira
Héctor
Estrada
Cinco
días sin abasto de agua potable en Tuxtla, debido a obras en la zona de
captación, han sido suficientes para reventar la desesperación ciudadana y, por
qué no decirlo también, la guerra sucia entre adversarios políticos que no
desperdician oportunidad alguna para inyectarle combustible al “incendio en la
casa del vecino”, haciendo de un tema tan apremiante e importante como las
crisis del vital líquido otro show preelectoral, muy lejos de la seriedad que
amerita.
El
desabasto temporal de agua potable en la capital chiapaneca tiene dimensiones y
ofrece proyecciones que van allá de la política electorera. Deja de manifiesto
la alta vulnerabilidad de una ciudad promedio como Tuxtla Gutiérrez ante la
posibilidad de una verdadera crisis de estiaje; mucho más intensa y severa,
para la que evidentemente no estamos preparados, ni hemos generado conciencia
real.
Esta
vez la suspensión del servicio de agua potable se debió a la construcción de un
nuevo sistema de captación para Chiapa de Corzo, realizada por la Secretaría de
Obras Públicas y Comunicaciones (SOPyC) del Gobierno de Chiapas, por lo que la
Comisión Nacional del Agua (Conagua) aplicó una desviación a la corriente del
río Grijalva, dejando completamente seca la zona donde también se encuentran
las tuberías de captación que surten de agua a la capital de Chiapas.
Lo
que sucede en Chiapa de Corzo ha sido un problema silencioso y casi indiferente
para los habitantes de la ciudad vecina (Tuxtla Gutiérrez). Los problemas de
agua potable en aquel municipio se han acrecentado con el paso de los años,
debido a las temporadas de estiaje cada vez más intensas, la desaparición de
arroyos y la extinción de pozos, haciendo cada vez más aguda la carencia del
vital líquido entre las colonias y barrios chiapacorceos.
La
necesidad de una obra como la que ha interrumpido el suministro normal a la
capital chiapaneca y la situación actual que enfrenta Chiapa de Corzo advierten
de las dimensiones de un problema del que muy pocos hablan. Las sequías se han
intensificado, muchos afluentes han prácticamente desaparecido y los mantos
acuíferos subterráneos se han disminuido drásticamente en las últimas décadas.
Todo sin que la situación alcance públicamente las dimensiones que merece.
Y la
situación no es pare menos. De acuerdo a información de la propia Comisión
Nacional del Agua, durante las últimas dos décadas al menos 48 ríos de la zona
costa de Chiapas se han secado. Ríos como el Grijalva han presentado sus
niveles históricos más bajos y las recientes crisis de estiaje han sido las más
intensas de los últimos 70 años. Muchas de las viejas fuentes de abastecimiento
son menos potenciales o simplemente ya no existen.
Con
el paso del tiempo la captación de agua potable para las grandes ciudades será
aún más complicada. Se requerirán de obras más ambiciosas para garantizar el
suministro y con ello, seguramente, cortes al servicio mucho más prologados. Es
un problema que tiende a agudizarse y, con ello, incrementar los días de
estiaje en ciudades cada vez más pobladas como Tuxtla Gutiérrez.
Por
eso es importante que temas como el desabasto de agua potable dejen de
politizarse, para tomarse con la seriedad que se debe. Porque el agua que no es
infinita o garantía inquebrantable. El suministro de agua potable es un tema
que va más allá de la jurisdicción municipal. Tiene que ver con una
responsabilidad compartida, que involucra a los tres niveles de gobierno, a las
organizaciones de la sociedad civil y hasta la ciudadanía misma como elemento
más importante en la generación de conciencia efectiva.
Hacer
de la crisis de agua potable un elemento de “golpeteo político” es
irresponsable y demuestra el bajo nivel de la política local. Porque en el
Congreso local, el Senado de la República, los partidos políticos y las
dependencias públicas también hay responsabilidad directa. Se requiere aquí de
política y políticos de altura que den relevancia a la crisis y llamen a la
conformación de grupos interdisciplinarios para analizar y/o crear planes de
acción para enfrentar las crisis más severas que se vienen… sin embargo, hoy
todo eso parece mucho pedir.
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